Turismo Temático – Ruta de pueblos abandonados
TURISMO TEMÁTICO – RUTA DE PUEBLOS ABANDONADOS, deshabitados o semi-deshabitacos
Ruta circular de 90 km. (Blocona – Sigüenza 43 Kms, Sigüenza – Blocona 47 Kms)
Blocona – Yelo – Conquezuela – Torrecilla del Ducado – Sienes – Tobes – Querencia – Riba de Santiuste –[Desvío a Valdecubo si quieres comprar pan]- La Barbolla – Imón – Bujalcayado – Matas – Pozancos – Palazuelos – Carabías – Sigüenza – Blocona
Torrecilla del Ducado
Historia
Torrecilla perteneció históricamente al ducado de Medinaceli desde su creación, allá por 1479, cuando Isabel la Católica elevó el condado de Medinaceli a ducado en la persona de Luis de la Cerda y de la Vega, V Conde de Medinaceli.
Esta situación perduró hasta principios del siglo XIX, cuando la localidad pasó a integrarse en el municipio de Olmedillas debido a las reformas políticas y administrativas emprendidas por los gobiernos liberales de la época. En 1828, Sebastián Miñano, en su Diccionario Geográfico, aún considera este pueblo como parte del ducado de Medinaceli:
“LS de España, prov. de Guadalajara, partido y obispado de Sigüenza, tierra del ducado de Medinaceli. A.P.: 37 vec., 167 hab., 1 parroquia aneja de Torete. Dista 6 leguas de la cabeza de partido. Contribuye con Medinaceli.”
Durante el siglo XX se vendieron la totalidad de las tierras propiedad de la Casa de Medinaceli, más de 14.000 hectáreas repartidas entre los veintiocho pueblos pertenecientes antiguamente a la misma. En las dos primeras ventas, que tuvieron lugar en 1902 y 1918 se vendieron aproximadamente cuatro mil hectáreas y entre 1966 y 1968 se vendieron las 10.000 restantes. En los años previos a estas últimas ventas los renteros ya sólo pagaban la contribución de las tierras, en la mayoría de los casos. La venta se hizo a una media de mil pesetas por hectárea, precio considerado por las partes intervinientes justo e incluso bastante bajo en casos como el de prados y dehesas. Para la adquisición de estas tierras se crearon distintas cooperativas.
En 1848, Pascual Madoz en su Diccionarios Geográfico situaba ya este pueblo en el municipio de
En los veinte años que median entre los censos de Miñano y Madoz, el pueblo perdió 50 habitantes, una tendencia iniciada en el siglo XIX, pero que continuaría en las décadas siguientes. En 1975 la aldea sólo contaba con 15 habitantes y en el censo de 1990 todavía tenía 9 vecinos.
En los años de 1930, Torrecilla del Ducado se separó del municipio de Olmedillas y pasó a formar parte del de Sienes. Este último municipio tiene hoy tan solo76 habitantes y de los tres núcleos que lo forman, dos están abandonados: Tobes y Torrecilla del Ducado.
Situación actual
Cuando pensamos en pueblos abandonados solemos imaginarnos aldeas aisladas al final de un camino, a las que resulta difícil acceder, pero no siempre es así. Torrecilla es un buen ejemplo de ello. El pueblo está bien comunicado, junto a una carretera asfaltada, cuenta con electricidad (al menos la instalación) y sin embargo no vive nadie en él desde hace al menos diez años.
Al acercarnos, podemos divisarlo desde lejos: se encuentra en un altozano junto a la carretera comarcal GU-136 que une Riba de Santiuste y Conquezuela, a unos 500 metros del límite con Soria. Es una región de suaves colinas pobladas de encinas y salpicadas por cultivos de secano, principalmente cereal. Lo único que recuerda que estamos en la Serranía de Guadalajara es la altura, más de mil metros sobre el nivel del mar. Al fondo, sobre el Alto del Chozo, se agrupan en hilera una serie de aerogeneradores que nos recuerdan en qué siglo estamos.
El casco urbano es muy compacto. Todas las casas se agrupan formando una herradura en torno a una pequeña plaza donde está la fuente, en la zona más alejada de la carretera.
En la mayor parte de las viviendas se ha utilizado la piedra para su construcción, aunque se ven elementos discordantes, como marcos de puertas y ventanas de ladrillo, o fachadas enlucidas y pintadas, producto de intentos de mejora hechos no hace tanto tiempo. Se nota que los antiguos vecinos no han perdido del todo el contacto con su aldea y de vez en cuando se pasan por allí a ver cómo está todo.
En uno de los extremos más cercanos a la carretera, frente a una pequeña plaza, se encuentra la iglesia. Está formada por una espadaña triangular de doble campana levantada en sillería y apoyada en una gran nave de planta cuadrada construida en mampuesto de piedra con cubierta de teja. La mitad del perímetro está cercado por un muro y en su interior se encuentra el cementerio. Uno de los flancos de la iglesia está revocado con cemento y sobre él hay una serie de grafitis más propios de los suburbios de una gran ciudad. La iglesia es bastante grande, pero tiene unas proporciones muy poco armoniosas. La espadaña es demasiado baja para un edificio de ese porte y puede que haya sido añadida siglos después de su construcción para remplazar la original.
Casi todas las viviendas tienen conexión a la red eléctrica y hasta antenas de televisión. En unos de los extremos del pueblo hay una torreta conectada a una línea de media tensión que pasa por allí. Lo que no sé es si efectivamente hay servicio.
En general, las viviendas están en buen estado de conservación. A muy pocas les falta el tejado e incluso hay una muy cerca de la carretera que acaba de ser refaccionada. En total, conté unas sesenta edificaciones, aunque sólo diez no están catalogadas como ruinas en el Catastro.
TOBES
Historia
No he encontrado mucha información histórica de este precioso pueblo, pero puedo narrar su historia reciente gracias a los datos aportados por Dionisio Vázquez, antiguo habitante de Tobes, a quien quiero agradecer su colaboración.
La descripción que hacen Sebastián de Miñano y Bedoya en su Diccionario de 1827 nos da una idea del tamaño que tenía Tobes hace 180 años, cuando aún no se habían producido los grandes cambios tecnológicos y sociales que llevaron al éxodo masivo hacia las ciudades.
El proceso de despoblación de Tobes empezó antes de la Guerra Civil. Las familias en aquellos tiempos solían ser muy numerosas y en momentos de bonanza la población tendía a rebasar el número de personas que la propia tierra, con las técnicas agrícolas tradicionales, era capaz de sostener. De este modo los jóvenes se veían obligados a emigrar lejos de su tierra, dejando los pueblos sin sangre nueva capaz de garantizar el crecimiento vegetativo de la población.
A pesar de todo, en los años de 1950 llegó a tener entre 80 y 90 habitantes. El camino vecinal, hoy pedregal, se construyó en aquellos tiempos, pero en las siguientes décadas, a medida que el país alcanzaba nuevos estándares de confort en las grandes ciudades, pueblos como Tobes se fueron quedando sumidos en el atraso por falta de inversión en nuevas infraestructuras.
Las causas de la despoblación de Tobes se deben principalmente a la ausencia de electricidad y agua corriente, pero también al empobrecimiento de las tierras y un sistema minifundista que con la mecanización de la agricultura resultaba ineficiente. Este último problema no se solucionó hasta el año 1988, cuando se realiza la concentración parcelaria de la zona.
Así es como después de algunas décadas de lento declive, Tobes queda completamente despoblado en la década de los años 70 del pasado siglo.
Hacia 2004 Jorge Viroga, director de la escuela de cine para niños Orson the Kid, intentó comprar una a una las propiedades del despoblado para montar allí las instalaciones de su escuela que pasaría a llamarse Villa Orson. Ese mismo año rodó, en Tobes, El Guardavía, primera película del mundo dirigida, rodada e interpretada exclusivamente por niños.
El proyecto de la escuela de cine no salió adelante, pero un año después la sociedad Zenete Inversiones se interesó en el pueblo con la idea de destinarlo a un ambicioso proyecto turístico. Contactó con los antiguos propietarios y consiguió hacerse con la posesión de la mayor parte del casco urbano. En el 2008 se empezó a trabajar en su rehabilitación, sin embargo a fecha de hoy, 2012, se encuentra totalmente parado.
Situación actual
El sinuoso trazado del camino de acceso a Tobes hace que no veamos el despoblado hasta que superamos la última loma, unos 300 metros antes de llegar a él. Así, cuando finalmente lo vemos nos deja impresionados por el tamaño y excelente estado de conservación de sus edificaciones
Al pasear por sus calles perfectamente trazadas y ver la calidad de sus construcciones nos da la sensación de estar en un pueblo que sin duda llegó a gozar de cierta prosperidad en algún momento de su historia.
Para empezar, la mayoría de las viviendas tienen dos plantas y algunas proyectan pequeños balcones de forja en sus fachadas. El trabajo en piedra es tan bueno que los muros aún se conservan perfectamente perfilados a pesar de la altura y el tiempo transcurrido. Los dinteles y pilares de puertas y ventanas están hechos de sólidos sillares de granito y muy rara vez se usa madera, lo que sin duda ha evitado su derrumbe.
La fuente se ubica en una plaza central alrededor de la cual se distribuyen las viviendas formando un arco en altura. Por debajo de éstas se abren varios accesos a unas enormes galerías subterráneas sostenidas por pilares, aprovechando una formación natural. Los muros de estas últimas están salpicados de hornacinas de diferente tamaño y en sus bóvedas se abren algunas grietas que dejan pasar la luz del día.
En uno de los extremos del pueblo se encuentra la iglesia. Está cerrada a cal y canto por lo que es imposible visitarla. El estilo es románico lo que nos habla de los orígenes de Tobes, allá por los siglos XI o XII. Como es habitual en este tipo de iglesias, está formada por un campanario triangular de sillería, al que siguen una nave y un ábside de planta cuadrada levantados en mampuesto de piedra y cubiertas de teja árabe es perfecto estado. El conjunto está cercado por un muro en uno de sus flancos y en su interior se encuentra el cementerio.
Los edificios circundantes, de menor calidad y una sola planta, seguramente estuvieron dedicados como corrales al cuidado del ganado o sirvieron para guardar aperos de labranza.
QUERENCIA
A pesar de no encontrar referencias históricas anteriores al siglo XIX, su iglesia románica construida en los siglos XII o XIII, nos hace datar la antigüedad del pueblo en al menos 800 años.
El Diccionario de Sebastián de Miñano y Bedoya de1827 lo describe muy brevemente, seguramente debido a su poca importancia relativa dentro de la comarca.
El Nomenclátor del obispado de Sigüenza de 1886 es más generoso con él, pero no deja de llamar la atención su insistencia en mostrarlo como un sitio gafado y poco agraciado por la naturaleza:
“Único pueblo de nuestro obispado, que principia a escribirse con esta letra (Q); y así como la naturaleza ha sido ingrata con él, no queriéndole conceder ni un sólo hermano, ó compañero, así lo ha sido también su negra suerte, pues ni aun ayuntamiento tiene; y si, como Dios misericordioso no deja a nadie privado de sus favores, ha querido criarlo en medio de la religión católica, y proporcionarle medios de salvación, todavía tiene que implorarlos de Toves, otro pueblo vecino, cuyo párroco le celebra el Santo Sacrificio, y reparte la divina palabra los días festivos, administrándoles los Santos Sacramentos, siempre que los Querencianos los necesitan. Tiene escuela dotada con 290 pesetas, casa y retribuciones, y dista de Guadalajara, su provincia, catorce leguas; dos de Atienza, su partido judicial; cuatro de Sigüenza, su audiencia de inscripción, y veinticuatro de Madrid, su Capitanía general. Hasta su término es árido y su clima frío, produciendo exclusivamente granos y legumbres, y hallándose enclavado entre los de Toves, Cercadillo, Barcones y Marazobel.”
No era, en aquellos tiempos, el primero ni el último pueblo sin ayuntamiento ni parroquia, y no se culpaba por ello a su “negra suerte”.
Querencia, como muchos otros pueblos, sufrió un fuerte éxodo rural en los años de 1960 que acabó dejándolo totalmente deshabitado.
Situación actual
El despoblado se oculta entre una frondosa arboleda al pie de la sierra de la Pila, en el término municipal de Sienes. En la entrada el camino se bifurca. Hacia la derecha, después de varias casas semiderruidas, se encuentra la fuente y un abrevadero para el ganado. Un poco más allá una casa que parece estar habitada esporádicamente. Cerca de la fuente hay también un corral desde donde se oye berrear a las ovejas.
Las edificaciones están en desigual estado y la homogeneidad del conjunto se ha perdido por la incorporación de ladrillo y cemento en algún intento de rehabilitación, aunque sigue predominando la piedra. La mayoría de las casas tienen dos plantas y altillo con techo a dos aguas de teja árabe.
La iglesia románica, situada en lo alto, tiene una sola nave cuadrada y espadaña triangular de doble campana. Un arco de medio punto construido con sólidas dovelas de granito forma la entrada. La cubierta está totalmente destruida y el gran arco interior que separa la nave del ábside ha cedido y está a punto de caerse. Anexo al edificio se encuentra el cementerio rodeado de un grueso muro de piedra de unos tres metros de altura. La iglesia está en muy mal estado de conservación. Algún alma caritativa ha evitado en tiempos recientes que la espadaña se venga abajo colocando una serie de vigas de acero para sujetarla. Espero que sea un apaño temporal y que pronto rehabiliten este bello edificio.
Pasando la iglesia, en lo más alto de la loma, hay una casa y enorme almacén totalmente rehabilitados con un gran jardín vallado, hasta donde llega la electricidad. La instalación es relativamente nueva y también abastece a un gran edificio convertido en nave a la entrada del despoblado.
Cinco edificaciones están calificadas en Catastro como urbanas. Las demás no tienen referencia catastral. Lo que más llama la atención es que la línea de parcelas junto al camino que une la iglesia con la fuente también es terreno urbano, incluido el corral.
IMÓN
Pueblo habitado y además turístico debido a sus salinas
Sus antiguas salinas constituyen uno de los exponentes más antiguos de la arquitectura industrial de Castilla-La Mancha y durante siglos fueron las más productivas de España. En tiempos remotos ya estuvo poblado este lugar, lo acreditan los restos que se han encontrado de la Edad del Bronce en el paraje conocido como “Llano de las Simas”.
Visitas esenciales
En la actualidad no la apreciamos. Sin embargo, hubo una época no tan lejana en la que la sal era un artículo de lujo, un instrumento de poder, por el que obispos y reyes enseñaban los dientes para hacerse con su control. Así ocurrió con las salinas de Imón, el mayor y más importante complejo salinero continental de la península, a 16 km de Sigüenza, en la provincia de Guadalajara. Este lugar, hace unos cuantos miles de años, estuvo bajo las aguas del océano, de ahí su riqueza en cloruro sódico. Allá por el siglo XVIII, salían de sus albercas unas 3.600 toneladas de sal al año, el 7 % de toda la producción española. Al final, fue el rey Carlos III quien comenzó la producción a gran escala y quien impulsó la construcción de una completa infraestructura: almacenes, canales, acequias, albercas… El pueblo creció, se llenó de gente con cierto lustre y se levantaron bonitas mansiones.
BLANCAS RUINAS
La producción y reputación de las salinas creció hasta que, en 1993, y a pesar de que cada alberca seguía arañando más de mil kilos de sal por semana, se cortó el grifo y se cerraron las instalaciones. Todos los edificios que habían sido motivo de envidia, fueron abandonados y condenados al olvido. Los impresionantes almacenes aparecen hoy maltrechos, desvencijados, al borde del derrumbe. Con ello, sus ruinas, tan singulares y bellas, han sido declaradas Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento. Toda una reliquia que bien merece una visita de fin de semana. Eso sí, tendrás que hacerlo por libre, aunque puedes contactar con la Asociación de Amigos de las Salinas de Interior (678 89 64 90) e intentar concertar una visita. Si no, en el bar del pueblo te contarán todo lo que quieras con respecto a este singular espacio. Dedica un rato a pasear por el pueblo. Su calle Real mantiene aún leves retazos de cierta solemnidad, con edificios como la casona del siglo XVII que alberga al precioso hotel Salinas de Imón, antiguo convento y almacén de sal. A un paso de las salinas, el hotel ha habilitado un spa que resulta una gozada.
BUJALCAYADO
Historia
Sabemos que esta comarca estuvo habitada desde la edad del bronce gracias al yacimiento arqueológico de Arroyo de la Cañadas. Una importante vía romana que unía la actual Cuenca con la zona de Burgos pasaba por Riofrío del Llano, a poca distancia de Bujalcayado.
Las cercanas Salinas de Olmeda son conocidas ya desde el siglo XII. La iglesia románica del Bujalcayado, dedicada a Santa Quiteria, data de esa época. El crecimiento de Bujalcayado estuvo ligado desde siempre a la explotación de las salinas, que cerraron en el año1993 después de un siglo de lento declive.
El rápido proceso de despoblación de Bujalcayado comenzó en los años de 1940 y para mediados de la década de 1960 sólo quedaban dos habitantes, uno de los cuales aún reside en el pueblo. Se trata de Luis García, que con sus más de 70 años ha sido testigo de los traumáticos cambios sociales y tecnológicos del último siglo, que han llevado su pueblo a la ruina.
Situación actual
Bujalcayado ocupa la ladera sur de la sierra del mismo nombre, en realidad una colina que no sobresale más de 200 metros de las vegas que lo rodean. El núcleo se agrupa alrededor de la plaza principal o calle Mayor, donde se halla la fuente junto a un árbol centenario. Entrando al pueblo, a mano izquierda están los restos de la antigua iglesia románica, hoy con una porción del tejado caído y la cúpula de su única nave a punto de hacerlo.
La mayor parte de las edificaciones están en estado ruinoso, pero han corrido desigual suerte. Casi todas ellas han sido levantadas en piedra con cubiertas de teja árabe y pequeños balcones de forja. El trabajo de mampostería es excelente y en algunos casos se ha hecho en seco, sin utilizar mortero.
Destacan aquí y allá unas cuantas viviendas rehabilitadas respetando las técnicas de construcción originales o utilizando bloques de cemento hueco recubierto con una fina capa de piedra. Montones de materiales de construcción destinados a las obras en curso se apilan por las calles del pueblo.
Luis, el único habitante permanente de Bujalcayado, me dijo que las casas rehabilitadas pertenecían a antiguos vecinos o sus descendientes que las utilizaban como segunda residencia. Tuve la suerte de pasar un buen rato con él y escuchar sus historias sobre la vida en el pueblo a lo largo de los últimos sesenta años. La mecanización del trabajo rural y los cambios sociales que le ha tocado vivir han hecho que mire la vida con cierta ironía.
Saliendo del pueblo en dirección oeste hay un grupo de parideras en muy mal estado y lo que queda del cementerio. Un poco más allá divisamos la ermita semiderruida de San Bartolomé.
La Ruta de Don Quijote atraviesa el pueblo. Es un recorrido completamente señalizado apto para caminantes y ciclistas que pasa por los parajes donde Cervantes situó las andanzas de Don Quijote y su escudero. La ruta se está arbolando, además de dotarla de paneles informativos y bancos cada cierta distancia.
Debido a la rehabilitación emprendida en los últimos años por sus antiguos vecinos el camino de acceso ha sido recientemente asfaltado y el pueblo cuenta hoy con luz y agua. El núcleo lo forman alrededor de 70 parcelas, entre ruinas, baldíos y casas rehabilitadas, todas ellas calificadas como urbanas según Catastro. El contar con servicios, buenos accesos y tener prácticamente garantizado el permiso de obra, hace que Bujalcayado sea un sitio perfecto para repoblar “cómodamente”, ya sea como residencia permanente o como refugio de fin de semana.